Llegamos después de un día bastante duro de viaje y la verdad es que hemos estado muy cómodos. El personal es súper amable, el desayuno, correcto, y la habitación muy silenciosa, con una cama estupenda. Hace tiempo que no dormía tan agusto.
El alojamiento está en la carretera de subida a los monasterios, lo que nos ha venido bien, pero tampoco está lejos del núcleo urbano, por lo que pudimos salir a cenar dando un paseo, sin coger el coche.