Nos gustaron las vistas a las pirámides, desde la terraza de la habitación y desde el restaurante, así como la amabilidad de su personal, siempre tratando de ayudar y de agradar.
La habitación estaba bastante limpia.
El desayuno, (de comida local), variado y abundante, a mi hijo le encantó el faláfel.
No nos gustó la señal del wifi, que era débil y se desconectaba de vez en cuando.
No había ascensor, estaban en obras.
En general, el balance muy positivo.